Mezclar géneros en los videojuegos es prácticamente alquimia: no sabes que va a salir de ahí y no siempre es replicable. Hay muchos factores adicionales a tener en cuenta, como el porcentaje de cada uno de los géneros usado, o cómo se relacionan los sistemas emblema de cada uno de ellos. Sin embargo, hay veces en los que un desarrollador lo clava y sólo queda ponerse de pie y aplaudir.
Eso es lo que sucede con Against the Storm, un juego que usa de base el siempre adictivo género de los creadores de ciudades, y lo recubre de una capa de roguelite tremendamente satisfactoria. Es cómo si creas una droga de diseño y la bañas en el más dulce de los helados: combinación ganadora si quieres crear dependencia en sus usuarios.
Un equilibrismo entre géneros
Eremite Games lanzó el pasado 8 de diciembre Against the Storm, y un poco después de un acceso anticipado de un año de duración durante el cual el juego cosechó miles de críticas positivas en Steam. Y no de las normales, de las de más de 200 horas. No es para menos, porque yo he estado un par de días jugándolo y creo que es un candidato tardío a GOTY.
De hecho, y aunque está disponible en tiendas digitales de PC como Steam o Epic Store, he disfrutado de Against the Storm gracias al Game Pass de PC. Está disponible ahí desde su lanzamiento y es una forma genial de, o bien probar las aguas si no estás muy convencido de comprarlo, o directamente de invertir muchas horas en él.
La clave de la mezcla de géneros es que lo que aporta el roguelite no es un mayor tiempo de juego, o la posibilidad de reciclar contenido. Lo que hace es que a un género profundo como es el city builder, lo consigue ampliar tanto a lo ancho como a lo alto: hay más mecánicas y formas de construir una ciudad, mientras se puede especializar más un poblado en una determinada rama productiva.
Seguramente os ha pasado con Cities Skylines, SimCity y demás. Más allá de la campaña, donde se nos proponen diversos retos y características de juego concretas, solemos centrarnos mucho en tener una gran ciudad con todos los edificios, recursos y demás. Llegado este punto, nos cuesta movernos de aquí.
Against the Storm es completamente distinto. A través de sesiones de entre media hora y una hora, se nos propone crear un poblado en base a unos requisitos de localización, recursos iniciales, posibilidades de expansión y objetivos dinámicos con su correspondiente recompensa. Y cuando conseguimos cumplir esas misiones, es el momento de avanzar y arrancar con otro emplazamiento.
Se justifica de forma narrativa con una tormenta cíclica y un refugio en las montañas donde una Reina gobierna con mano de hierro. Si cumplimos con sus peticiones, conseguiremos planos para edificios avanzados, pero si tardamos, su ira irá en aumento hasta poder perder la partida.
Empezaremos en un pequeño claro dentro de un bosque y habrá que irse abriendo camino.
El elemento lite de este rogue, es decir, la progresión permanente, es que podremos tanto subir de nivel para desbloquear planos y requisitos al cumplir diversos hitos, como invertir diversas divisas en mejoras concretas con bonificaciones numéricas.
A decir verdad, cada partida me recuerda también a otro tipo de juegos de construcción como es Starcraft. No es que controlemos a las unidades, pero sí que la disposición de recursos y la exploración delimitan mucho el ritmo de la partida. Empezaremos en un pequeño claro dentro de un bosque y habrá que irse abriendo camino cortando árboles, y llegando a otros claros. Ahí tendremos distintos tipos de recursos que poder explotar, pero también eventos dinámicos.
Una de las cosas que más me ha sorprendido de Against the Storm puede parecer una tontería, pero no lo es, y mucho menos en una mezcla de géneros que no dejan de ser tablas de excel. Estoy hablando de la duración de los recursos, sus equivalencias y todos los sistemas que los relacionan. Todo tiene que estar muy medido para que el ritmo de juego no se resienta, especialmente cuando tienes tantos cronos en contra: el de los recursos con los que avivar el fuego, las misiones, los eventos dinámicos y la ira de la Reina.
Una forma distinta de hacer videojuegos
Es la típica cosa en la que te das cuenta que en Eremite Games han aprovechado de una forma genial el Acceso Anticipado. Está todo tan medido que asusta; alberga la belleza de ese problema matemático tan complejo, con varias ecuaciones, que acaba por tener como solución un elegante x=1.
Revisando la web de Eremite Games te das cuenta de que en ese estudio las cosas se hacen con cariño, pero sobre todo, se hacen bien. Esto es lo que cuentan: "Somos un equipo de 5 amigos con años de experiencia en el desarrollo AAA, indie y para móviles. La pasión por los juegos de estrategia y RPG memorables y que definan el género es lo que nos une. Somos indie para lo bueno y para lo malo. No nos verás crecer en número de forma dinámica. Atender un proyecto en un entorno de trabajo creativo y solidario es nuestra receta para el éxito. Las decisiones más importantes se toman colectivamente y nos pagan por igual sin importar el puesto. Así trabaja Eremite."
Toda una declaración de intenciones por parte de los padres de una de las sorpresas del año. Una mezcla de géneros tan improbable como acertada, y una finura a la hora de transitar los delicados equilibrios que requieren el city builder y el roguelite realmente asombrosa.
En 3DJuegos | Es el mejor juego de Nintendo 64 que nunca existió según la comunidad de Steam. Añade Pseudoregalia a tu lista de deseados
Ver 1 comentarios