La próxima gran novedad de la saga es también una de las más ilusionantes en la historia de la franquicia. Leyendas Pokémon: Z-A llegará después de que la saga se tome un descanso más que necesario tras ocho años con constantes grandes lanzamientos y todo nos invita a pensar en que llegará para una nueva generación de Nintendo. Sin embargo, hay todavía más motivos para estar ilusionado. La letra "zeta" es una que la franquicia nos debía desde hace mucho tiempo, pues la sexta generación es la única que no tuvo la oportunidad de enmendar sus errores (y reforzar sus aciertos) gracias a una entrega definitiva, continuación o expansión.
Son muchas las cuentas pendientes que nos dejó la saga Pokémon tras saltarse un juego que todo el mundo daba por hecho. Sin embargo, hay dos situaciones particularmente dolorosas que bien podrían quedar resueltas en el próximo juego. Por un lado está la historia de Zygarde, cuya resolución parece garantizada en el nuevo título y de la que hablaremos llegado el momento. Por el otro, la megaevolución. Yo soy de los que se hubiera quedado a vivir en esta mecánica, pero si hay algo molesto de haberla dejado atrás es que muchos pokémon que merecían una parecían haberse quedado sin ella para siempre.
La mecánica más exclusiva de todo Pokémon
La megaevolución fue la primera mecánica regional de la historia de Pokémon y muchos jugadores todavía la consideran su favorita. Hay buenos motivos para ello, ya que nos ofreció una nueva etapa evolutiva para muchas criaturas. En ella se exploraban las características de diseño de la especie en cuestión para llevarla a un nuevo nivel. Game Freak rara vez decepciona cuando se trata de trabajo artístico y este es quizá uno de los techos creativos de la desarrolladora. Es por esto por lo que, por ejemplo, la idea está presente en Pokémon GO y Let's GO.
Los problemas de las megaevoluciones, sin embargo, llegan cuando hablamos de jugabilidad. Aunque fueron un añadido positivo para el competitivo, donde dieron una nueva vida a criaturas como Lopunny o Kangaskhan, lo cierto es que su introducción fue más bien negativa para la historia principal. Pokémon X e Y eran juegos demasiado fáciles y tener una mega en nuestro equipo los hizo aún más sencillos. Parece evidente que los desarrolladores tampoco se quedaron contentos con esto y la prueba más evidente son las limitaciones al Dinamax (que solo puede activarse en ciertas zonas y que los rivales usan de forma más frecuente) en la octava generación.
Las otras mecánicas generacionales de Pokémon tratan a todas las especies de forma más igualitaria.
Pese a todo, el gran problema de la megaevolución es que discrimina a los pokémon. Solo 46 de entre cientos de especies tuvieron la suerte de recibir una mega. "Empezamos eligiendo pokémon que necesitaban megaevolucionar por el bien de la historia, como los de los líderes de las organizaciones villanas. Otros se eligieron en base a cosas como la popularidad o el equilibrio de las peleas", explicaba el desarrollador Shigeru Ohmori en una entrevista. Esta situación es única en la franquicia. Todas las especies pueden usar Movimientos Z, Dinamax o Teratipo. Es cierto que hay algunos tratos de favor como los "zetas" exclusivos o el Gigamax, pero las diferencias son mucho menos exageradas.
Dos deudas de Pokémon con la comunidad
La necesidad de ser sinceros nos obliga a decir lo evidente: los juegos de Pokémon se alejaron de las megas para ofrecer una mayor variedad y crear un universo en el que cada región tiene sus propias fuentes de poder. Estoy seguro, aun así, de que los desarrolladores se sienten aliviados por dejarlas atrás. A lo largo de la sexta generación se sucedieron críticas sobre cómo se habían seleccionado las megaevoluciones. Si un pokémon muy popular tenía mega llegaban las acusaciones de 'fanservice', si se aldaba a uno poco querido había quejas por que "no le importaba a nadie" y si la recibía una especie demasiado poderosa se decía que no le hacía falta.
Dentro de todas las polémicas absurdas que se sucedieron en la comunidad de Pokémon, si hubo algunas cosas en las que casi todos los jugadores estuvieron de acuerdo. El ejemplo más evidente es lo que casi podría haberse llamado “el caso Flygon”. Fue una de las criaturas más queridas en los juegos originales de tercera generación y marcaba todos los 'checks' de los desarrolladores: era una criatura importante para un personaje secundario, popular y su desempeño en batalla lleva años sin ser destacable.
Casi todo el mundo se soprendió ante la falta de megaevolución para Flygon.
Muchos miembros de la comunidad se lamentaron por la oportunidad perdida con Flygon, hasta tal punto que el mismísimo Ken Sugimori (director artístico de la saga desde sus inicios) terminó dando explicaciones. Lo que ocurrió se lo contó a la revista japonesa Nintendo Dream. Se trataba de una edición en papel, pero afortunadamente Nintendo Everything se hizo eco de las declaraciones y nos descubrió que todo se debió a un bloqueo creativo: "Tenía potencial como para tener su propia mega desde X e Y, pero no fuimos capaces de completar un diseño así que dejamos de considerarlo".
Se que muchos lo consideraréis exagerado, pero este es uno de los motivos por el que Leyendas Pokémon: Z-A me ilusiona tanto. No me refiero solo a la idea de explorar un nuevo diseño para Flygon, si no a tantas otras 'deudas' que quedaron pendientes en el juego. Por ejemplo, Butterfree se quedó sin mega mientras que su contraparte (Beedrill) sí tenía una. Un ejemplo similar ocurrió con Frosslas en comparación a Glalie. Hay muchos motivos por los que me gusta esta saga, pero explorar sus diseños es uno de ellos y en este caso son demasiados años viendo ‘fanarts’ como para no estar emocionado.
Quizá sea cosa mía, que estoy volviendo a entrar en ese bucle en el que uno se ilusiona con los juegos de Pokémon y termina por decepcionarse un tiempo después. Sin embargo, esta es una de las veces que más motivos he tenido para ello. Quizá sufra una caída más dolorosa en consecuencia, pero estoy dispuesto a asumirla y a disfrutar hasta ese momento de este contexto tan prometedor para la franquicia.
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