Starlink: Battle for Atlas es un gran videojuego de acción espacial que, más allá de los juguetes, sorprende por la escala del universo de ciencia ficción que recrea y la épica de algunas de sus batallas. Se echa en falta una mayor variedad de misiones y, con su apuesta por armas, naves y pilotos en forma de DLC, a veces también su acción se siente algo limitada.
Dan Smith comienza su carrera con este The Spectrum Retreat en una fusión de walking simulator y juego de puzles bastante atractiva, pero que aún puede dar mucho más de sí.
The Walking Dead: The Final Season supone la conclusión del viaje de Clementine en esta aventura que se inició rodeada de premios y que ha tenido un amargo final con el cierre de Telltale. El resultado es una temporada sólida, aunque quizá algo apresurada, pero bellamente escrita y planteada.
Tohú es muy bonito y tiene un mundo de juego precioso. Jugarás para verlo todo y para conocer su historia, pero como aventura gráfica falla en la comprensión de sus acertijos, en su ritmo y hasta en la coherencia de lo que te pide hacer. La excesiva cantidad de elementos móviles en pantalla juegan a favor del placer estético pero en contra de lo jugable.
Life is Strange: True Colors se queda en una aventura guiada por su historia que tan solo es suficiente para disfrutar de un par de tardes entretenidas. Tiene ideas muy valientes y con un potencial tremendo; tanto la libertad de moverte por un pueblo, la investigación de un asesinato o los poderes de Chen son absolutamente prometedores, pero el juego no consigue sacarles ningún partido.
Una nueva novela visual de clara esencia japonesa aterriza en PS4 y Switch (en PC lo hará algo más tarde), una producción que además presenta unos valores de producción bastante estimables (especialmente el sonido). La historia de Our World Is Ended es tan curiosa como extrañamente absorbente y los personajes se muestran muy bien caracterizados, si bien suelen caer en clichés clásicos.
Teníamos mucha curiosidad por ver en qué quedaba State of Mind y su propuesta, que no es para todo el mundo, no deja un mal sabor de boca en absoluto. El videojuego atesora un ritmo muy lento y cuenta con una trama principalmente centrada en los personajes y en cómo les afectan diferentes acciones en un mundo de ciencia ficción.
Que Beyond a Steel Sky llegue a consolas tras su lanzamiento el año pasado en PC es una buena noticia. Los puntos menos positivos como el sistema de conversaciones simplificado siguen estando ahí. Sin embargo, lo sencillo de su manejo con mando, el buen uso del sistema de pistas, y los modos gráficos disponibles en la versión analizada de PS5 lo hacen un título a tener en cuenta dentro del panorama actual.
Quest for Infamy es una aventura gráfica de las clásicas, sí. Con su resolución baja de antaño, su menú que imita al estilo de los clásicos de Sierra, su inventario y sus puzles intrincados. Pero también es un juego que mezcla RPG con puntos de experiencia y combate, como el legendario Quest for Glory.
Yurukill tiene una historia divertida que funciona. El juego quiere añadir sistemas y más sistemas para no parecer “solo†una visual novel, pero no los necesita. A veces parece que le acompleja serlo. Si en lugar de fases de naves, laberintos, juicios, etc, hubiera preferido ser más cruel con su planteamiento y decisiones, el título habría ganado enteros.
Voyage es una aventura minimalista en todos los sentidos, desde su narrativa, pasando por su estética, hasta alcanzar sus mecánicas jugables. Su duración también lo es: dos o tres horas para un recorrido que se limita a caminar por bellos escenarios y realizar alguna acción, sin apenas dificultad.
Es una pena contemplar cómo de vez en cuando aterrizan títulos en el mercado bastante llamativos y hasta destacados que, por culpa de las prisas acaban siendo un cúmulo de errores y despropósitos que echan por tierra el trabajo realizado por los desarrolladores.
