La computación cuántica es un sector tan lleno de oportunidades como de incógnitas: por una parte, tenemos la confianza de compañías como Nvidia, una de las empresas más valiosas del mundo; por otra, las afirmaciones de algunos expertos que, a pesar de confiar en la evolución de la computación cuántica, creen que aún quedan muchos años para ver cuál será su impacto real. No obstante, este último caso no alude a Google e IBM, dos gigantes tecnológicos que han lanzado una de las predicciones más ambiciosas hasta la fecha.
Como señala TechSpot, ambas compañías creen que los ordenadores cuánticos escalables podrían llegar en esta década. IBM presentó un mapa de desarrollo que resuelve obstáculos técnicos clave, una situación que llevó a Jay Gambetta (uno de los miembros más importantes de la firma) a señalar que es realista pensar en la llegada de un ordenador cuántico antes de 2030. Por desgracia, la ambición de Gambetta choca contra la visión de expertos como Oskar Painter (AWS) que cree que aún podrían faltar entre 15 y 30 años para vivir una construcción práctica.
El presente de la computación cuántica
No es la primera vez que Google e IBM se unen para analizar la actualidad del sector tecnológico, dado que ya hicieron lo propio al estudiar el impacto de la integración de la IA en algunas divisiones importantes. Aún así, su visión sobre la computación cuántica es muy ambiciosa, ya que se necesitan más de un millón de qubits para aplicaciones industriales y, en estos momentos, los prototipos suelen tener menos de 200 qubits. De hecho, el chip Condor de IBM (433 qubits) mostró graves problemas de interferencia.
Para paliar esta situación, IBM consiguió rediseñar sus acopladores para reducir la vulnerabilidad, un paso necesario hacia la escalabilidad. Google, por su parte, quiere reducir costes diez veces y tiene un objetivo en el campo de la computación cuántica: invertir 900 millones de euros en la construcción de un ordenador cuántico tan práctico como completo. Para ello, no solo destinará dicho presupuesto a esa misión, sino que también dedicará parte del capital a la corrección de errores cuánticos, una tarea que le enfrenta de forma directa con IBM: mientras Google apuesta por códigos de superficie (requieren menos de 1 millón de qubits), IBM hace lo propio con los códigos de baja densidad (menos qubits, pero más complejidad).
De esta forma, los sistemas actuales optan por el uso de circuitos superconductores que deben operar cerca del cero absoluto, pero esto implica que sean muy difíciles de controlar. Así, existen alternativas como los iones atrapados, los átomos neutros o incluso los fotones, una serie de opciones que cuentan con mayor estabilidad, pero aún son poco escalables. Por tanto, mientras las compañías confían en dar con el siguiente paso evolutivo de la computación cuántica, han pasado la pelota a gobiernos e inversores que financiarán esta tecnología para que unas pocas empresas logren sistemas cuánticos prácticos en el futuro.
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