A comienzos de la década pasada, el dominio del iPhone y el crecimiento de compañías como Samsung, Huawei o Xiaomi provocó un interés gigantesco en la industria telefónica. A raíz del éxito de los smartphones, muchos vaticinaron que los teléfonos inteligentes se convertirían en la navaja suiza del siglo XXI. Por ello, figuras como Bill Gates y Jeff Bezos mostraron su interés en un sector que, apenas unos meses después, les demostró que el dinero no es capaz de conseguirlo todo.
Muchos conocerán la historia del fracaso móvil de Gates, pero este fue tan grande que ha conseguido eclipsar el batacazo gigantesco de Bezos. Tras anunciar el lanzamiento del Fire Phone, Amazon dio vida a un escaparate de ideas llamativas que, por desgracia, terminó dependiendo de comprar en la plataforma y dejó a un lado los deseos reales de los usuarios. Así, una buena muestra de ello fue su precio de salida: 199 dólares con contrato con una compañía telefónica o 649 dólares si se compraba libre.
En esencia, su truco principal fue Dynamic Perspective, una función que sacaba partido a cuatro cámaras/sensores frontales para crear un efecto 3D que reaccionaba a tu cabeza. Hace más de una década, el 3D apuntaba a ser una de las tecnologías más potentes del futuro, pero terminó perdiendo el interés de los usuarios y provocando la caída de productos como el Fire Phone. Además, la compañía creó un producto que fue visto como una extensión de su catálogo, ya que Firefly (otra herramienta estrella del teléfono) no consiguió convencer a nadie.
A través de Firefly, podías escanear objetos o describir un producto para acceder al catálogo de la plataforma. Así, se trató de una idea brillante para el comercio electrónico, pero no llegó a tener cabida en el mercado generalista al que apuntaba Amazon. Como consecuencia directa de ello, la firma mostró su desesperación unos meses después cuando recortó el precio del dispositivo a 0,99 dólares con contrato con una compañía telefónica.
La debacle del Fire Phone de Amazon
Tras esto, la compañía registró pérdidas de 145 millones de euros por inventario y compromisos con proveedores, llegando incluso a declarar otro montante negativo de 71 millones de euros por el stock que no había conseguido salir del almacén. Por desgracia, el problema de Amazon no solo se limita a su error de enfoque, sino a contar con un precio prohibitivo para la época, apps dependientes de un ecosistema centrado en comprar, hardware poco diferencial y, por encima de todo, varias funciones que no justificaban un cambio de móvil.
En agosto de 2015, apenas un año después de lanzar al mercado Fire Phone, Amazon reveló que habían cerrado esta etapa tras agotar inventario. Así, las rebajas continuas les ayudaron a vender todas las unidades, pero terminaron viendo que el Fire Phone nunca tuvo el interés del gran público. Bezos, a diferencia de Gates, no llegó a perder miles de millones de euros en una inversión fallida, pero sí aprendió la misma lección que él: el móvil no perdona ecosistemas a medias. Sin apps, sin socios y sin una propuesta clara, nadie puede competir contra iPhone o Android.
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