Coincido completamente con mi compañero Marcos Yasif: Silo es una serie que merece mucho más reconocimiento. Esta propuesta de ciencia ficción de Apple TV+ tiene todo lo necesario para ser un fenómeno: un reparto estelar encabezado por Rebecca Ferguson y Tim Robbins, y un misterio distópico que, si estuviera en otra plataforma, tendría seguramente más repercusión entre el gran público. Si la primera temporada me atrapó, este regreso ha hecho que mi entusiasmo siga creciendo ante la inminente revolución social que promete la segunda entrega.
Para quienes no la conozcan, Silo está basada en la trilogía de novelas de Hugh Howey, y nos lleva a un futuro donde la humanidad vive en un gigantesco silo subterráneo, con normas rígidas y secretos aún más oscuros. Imaginad que la saga Fallout se tomara en serio a sí misma. La historia sigue a Juliette Nichols (interpretada por Ferguson), una ingeniera convertida en sheriff, que empieza a investigar las misteriosas circunstancias de la muerte de su pareja. La producción cuenta con nombres de peso en su reparto, como Tim Robbins y Common, y en la dirección y guion, el showrunner Graham Yost, conocido por su trabajo en series como Justified. Bajo su dirección, la serie mantiene el tono de suspense y el ritmo trepidante necesarios para enganchar episodio tras episodio. En su esencia, Silo combina la ciencia ficción con un drama social tan potente que sugiere cuestiones filosóficas, políticas y éticas, todas ellas matizadas por un elenco que sabe llevar a los personajes al límite.
El precio del heroísmo
En esta segunda temporada, Silo parte de lo impensable: el acto que Juliette realiza en el último capítulo de la primera temporada, el cual abre la puerta a nuevos peligros y desafíos, no solo para ella, también para todos los habitantes de su silo. Se trata de una decisión que desafía el orden impuesto en el silo y que marca el punto de inicio de esta temporada con un tono de inminente revolución. El precio de la valentía y el desafío es alto, y muchas veces se paga en sangre ajena. Silo no rehúye mostrarnos las consecuencias de estos grandes actos en la vida de la gente que vive a la sombra de los protagonistas de la historia. El heroísmo no siempre es glorioso ni se ve recompensado: para Juliette, cada paso que da hacia la verdad la acerca un poco más a convertirse en mártir. O lo que es peor, que su legado sea manipulado.
Una olla a punto de estallar
Uno de los puntos fuertes de Silo es su complejo uso de la política. La serie no solo se limita a crear un escenario distópico; si no que se remanga y estudia la estructura que lo sustenta. La trama poco a poco explora cómo el poder puede manipular y distorsionar la verdad para su beneficio. Aquí por ejemplo, el triunfo personal de Juliette es aprovechado por las figuras de poder, que se adjudican sus logros o, en otros casos, intentan desacreditarla. Silo hace un excelente trabajo al mezclar verdad y mentira, mostrando que esta combinación es más interesante que una simple narrativa de engaño. La serie retrata cómo la verdad se moldea y se utiliza como herramienta política y que, cuando se hace bien, se vuelve un instrumento de manipulación social casi infalible. Porque, una vez que estalla la revolución, ¿es posible manipularla para el propio beneficio del status quo?
El precio de la valentía y el desafío es alto, y muchas veces se paga en sangre ajena
En medio de esta tormenta, Silo toca temas de justicia social y la lucha por la libertad, recordándonos que estas luchas suelen estar amañadas por quienes detentan el poder. Las revoluciones populares en pos de la libertad, nos deja ver la serie, aunque siempre son justas, hay ocasiones en las que el sistema que las provocan pueden tener más influencia sobre ellas de lo que sus líderes creen. Así, la serie es una especie de espejo que refleja cómo estas luchas sociales, en ocasiones, cuentan la aprobación tácita del viejo sistema para triunfar, mostrando que el cambio puede estar motivado por intereses que van más allá de la causa popular.
La verdad detrás de la verdad
En paraleo, dos temas de fondo crecen a medida que avanzan los episodios de esta temporada: por un lado, la búsqueda de respuestas tras el "gran telón" que oculta los secretos del silo; y, por otro, la duda sobre si destruir el sistema traerá consecuencias aún más graves. El telón funciona casi como una versión moderna del Mago de Oz, una alegoría hija de nuestra era de sospecha y (en ocasiones muy sana) "conspiranoia". La serie nos pregunta si realmente queremos saber lo que se esconde detrás de la cortina o si, quizás, es mejor vivir con las reglas establecidas.
Silo hace un excelente trabajo al mezclar verdad y mentira, mostrando que esta combinación es más interesante que una simple narrativa de engaño
La idea de que derribar el sistema puede tener consecuencias peores se convierte en una interrogante central en Silo. La serie plantea si vale la pena acabar el orden establecido o si, al hacerlo, se desencadenará un futuro aún más oscuro. Las decisiones que toman los personajes de Silo son la receta de éxito que han caracterizado a otras series icónicas como Perdidos, Battlestar Galactica o Juego de Tronos. Al igual que estas, Silo alterna giros inesperados, dilemas morales, golpes de efecto y personajes complejos, aliñado todo con momentos de tensión que obligan al espectador a cuestionarse hasta qué punto las cosas son realmente como parecen.
La segunda temporada de Silo es un manual para construir una revolución social en un entorno opresivo y tecnológicamente avanzado, que en realidad, no se diferencia tanto de nuestro día a día. Silo se consolida en su temporada 2 una de las historias de ciencia ficción más interesantes y reflexivas del momento. Por desgracia Apple TV+ me ha dejado con la miel en los labios, ya que solo nos ha proporcionado nueve de los diez episodios que conforman esta temporada. No sé si voy a poder dormir durante las 11 semanas que me separan del último capítulo. La temporada 2 de Silo se estrena 15 de noviembre en Apple TV+.
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