Metal Slug 7 lleva a Nintendo DS la esencia clásica que ha hecho grande a esta ya emblemática franquicia. Carece de multijugador, no presenta ningún añadido especial respecto a otras versiones y la duración de la campaña es muy ajustada, aunque el juego lo suple con su excitante acción de corte clásico y experiencia rejugable.
El equipo Housemarque ha querido pisar sobre seguro en su asalto a PlayStation VR, en exceso quizá. Y es que esta versión del clásico de PS4 es casi una copia de lo que disfrutamos hace más de un año, pero con ciertos "arreglos"… y pérdidas. El cambio más notable es su nuevo modo de juego, Zona de Invasión, que modifica por completo la fórmula de juego, desde su perspectiva a su disposición.
Wolf of the Battlefield Commando 3 es una interesante opción para los amantes de los arcades más directos y descerebrados. Gráficos más que correctos y jugabilidad vertiginosa para un título que peca de ser excesivamente corto.
Shred Nebula es un matamarcianos a la vieja usanza con toques de renovación que lo convierten en una referencia a tener en cuenta. Su modo para un jugador se hace algo corto y repetitivo pero acaba siendo compensado por un buen modo multijugador.
Otro nuevo caso de oportunidad desaprovechada para un título con cierto potencial diseñado exclusivamente para PlayStation VR. Las primeras partidas a StarBlood Arena resultan bastante amenas y es un juego que puede llegar a ser bastante absorbente… pero sólo durante las primeras horas (y no seguidas, desde luego, porque puede provocar mareos).
Galaga Wars es el típico ejemplo de lo que no se puede hacer con un free to play… o, al menos, si lo que pretenden sus desarrolladores es que éste sea popular y acabe teniendo aceptación entre los jugadores. Anuncios por doquier y esperas obligatorias cada dos por tres terminan resultando insufribles.
Monster Madness es un sencillo arcade mata-monstruos de toda la vida; frenético, de acción continua y con un humor negro muy acertado.
A veces el humor puede con todo, pero desgraciadamente este no es uno de esos casos. Aunque tenga muy buenas intenciones, con un personaje carismático, obsceno y loco de remate, el plano jugable no acompaña en un hack 'n slash monótono y carente de ideas más allá de las brillantes referencias a otros videojuegos y elementos de la cultura pop.
Contra: Rogue Corps es un twin-stick shooter con demasiados problemas para lograr una experiencia más que satisfactoria. Se echa en falta un control más pulido y preciso, niveles más variados que no caigan en la repetición y un sistema de progresión más cómodo e intuitivo. Tiene sus momentos en los que logra su objetivo, pero no duran tanto como nos gustaría.
Si la primera parte de Iron Man en los videojuegos no pasaba de lo meramente correcto, no podemos decir lo mismo de su secuela. Los mismos errores de control y patrones repetitivos reinciden en Iron Man 2, a lo que hay que sumar una campaña muy corta, un nulo valor rejugable y un desaprovechamiento entristecedor de una franquicia con tanto potencial.
