Como nuevos dueños de Activision Blizzard, ya se han llevado sus primeras alegrías. Microsoft ha podido celebrar el lanzamiento del primer juego de su recién adquirida nueva división y cuenta los días hasta que se estrene un Call of Duty: Modern Warfare 3 que llegará ya bajo el paraguas de Xbox. Todo debe ser celebración en la compañía y el buen ambiente está justificado. Sin embargo, entre las consecuencias negativas de la compra que cambiará la historia de los videojuegos está la obligación de asumir el fracaso de la Overwatch League (OWL). Un varapalo que le costará a Microsoft 120 millones de dólares que, siendo mucho dinero, no deja de ser solo el 0,2% del coste total de la operación. Además de esta pequeña 'multa' la situación también los llevará a unirse a un socio indeseable: Arabia Saudí.
Microsoft pagará por los errores de Blizzard
Aunque la intención era crear un show que debía durar más de una década, la Overwatch League apunta al colapso definitivo solo seis años después de su fundación. La cadena de errores que dio lugar a esta situación tiene muchos eslabones y muy diversos. El escándalo por discriminación laboral en Blizzard, los problemas que atravesó el videojuego por la falta de contenido o las malas decisiones a la hora de elegir en qué plataformas se retransmitía la competición son solo algunos de ellos. La situación tuvo unas consecuencias claras: la competición no creció al ritmo esperado. Esto hizo que los equipos participantes enfrentaran pérdidas en todos los ejercicios, lo que hacía imposible sacar partido a las inversiones realizadas durante sus años de operación.
Así las cosas, a finales de este año se organizó una votación en la que los equipos podían elegir entre seguir adelante con la competición o disolver la Overwatch League. Todavía estamos pendiente de una respuesta definitiva, pero el reportero de deportes electrónicos Jacob Wolf, uno de los periodistas de esports más fiables del mundo, asegura que la propia compañía espera que "el resultado de la votación sea que la mayoría de los equipos eligen disolver la competición". Así lo hicieron ver también trabajadores de Blizzard justo antes de que se cerrase la compra por parte de Microsoft, que no parece haber tenido impacto en esta decisión. Los dueños de Xbox solo tendrán que pagar las consecuencias.
Las últimas finales de la Overwatch League se cerraron con un discurso de despedida.
La disolución de la competición se traduciría en el pago de seis millones de dólares a cada uno de los 20 equipos que estuvieron presentes en la última temporada de la Overwatch League. Una cantidad que nos da esa suma de 120 millones de dólares y que se destinaría a mitigar parte de las pérdidas generadas a lo largo de los últimos años. Los clubs perdieron dinero tanto a la hora de comprar la plaza que les daba derecho a participar en esta liga mundial como durante su periodo de operación. El motivo es simple: gastaban más en salarios de jugadores y mantenimiento de la organización de lo que ingresaban por patrocinios o pagos de la propia Blizzard. Una situación insostenible que se agravó después de que los esports sufrieran este año una crisis de ingresos.
Según apunta Jacob Wolf, el futuro de Overwatch como videojuego competitivo pasaría por regresar a un ecosistema abierto (en lugar de ligas cerradas con unos pocos clubes) similar al que existía antes de la formación de la OWL. Esta situación llegaría a Microsoft y Xbox a asociarse con ESL FACEIT Group, una compañía especializada en organizar competiciones de videojuegos propiedad del Gobierno de Arabia Saudí a través de su PIF (Public Investment Fund o Fondo Soberano de Inversión). Esta empresa está asociada también con otros videojuegos como Counter-Strike y, de hecho, ya es una vieja conocida de Blizzard al haber organizado competiciones de Starcraft 2 a lo largo de los últimos años. Sin embargo, jamás había tenido tanto poder en lo referido a los videojuegos desarrollados por la compañía y es una novedad para los jugadores del 'hero shooter'.
Por supuesto, Microsoft saldrá relativamente airosa de la situación. Sin embargo, este cúmulo de circunstancias es prueba de lo difícil que es llevar a cabo la compra de una compañía. En medio de celebraciones por los primeros lanzamientos, uno se puede encontrar un descubierto de 120 millones de dólares o su necesidad de estrechar vínculos con Arabia Saudí. La decisión difícilmente tiene marchas atrás, por lo que a Xbox solo le queda esquivar esta pequeña tormenta y continuar buscando un futuro que se antoja muy prometedor para la empresa.
Foto vía Los Angeles Gladiators.
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