El auge de la inteligencia artificial está dando pie a que numerosos expertos compartan su visión sobre un aspecto crucial de la humanidad: la seguridad laboral. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal estadounidense, ha sido el último en sumarse a esta postura, pero lo ha hecho de la peor forma posible. Así, a pesar de que el país norteamericano tiene una tasa de paro del 4,3% y el consumo no se ha visto afectado por la inestabilidad del mercado, ha señalado que la creación de empleo está "casi en cero".
Para Powell, la debilidad del mercado está relacionada con el aumento del interés en la IA, ya que los directivos anuncian congelaciones de contratación y, al mismo tiempo, revelan la ejecución de recortes para automatizar procesos y reducir costes. De esta forma, la Reserva Federal ha puesto el foco sobre el posible impacto que tendría la automatización en el mercado laboral, ya que aseguran que la congelación de las contrataciones es un problema que está a la vuelta de la esquina.
A diferencia de lo que aseguran otros expertos, Powell cree que la crisis de la IA no tiene nada que ver con la burbuja de las punto.com. Según su visión, las empresas con beneficios reales invierten a largo plazo en centros de datos e infraestructura de IA, dos aspectos menos sensibles a variaciones de tipos y, por tanto, capaces de evitar la etiqueta de "burbuja". Sin embargo, existe un dilema de política monetaria: a pesar de que la IA eleva la productividad, permite operar con menos empleados.
Como consecuencia directa de esto último, el PIB es sólido, pero el mercado laboral se debilita y crecen las señales mixtas en torno a subir o bajar tipos de forma simultánea. De hecho, existen varios casos corporativos que confirman la tendencia, dado que muchas grandes tecnológicas han despedido a miles de empleados para "quitar capas" al mismo tiempo que acelera su inversión en campos relacionados con la inteligencia artificial.
El pez que se muerde la cola
Powell, por tanto, señala que las tasas de creación de trabajo están cayendo y los desempleados cada vez tienen más dificultades para encontrar trabajo. Entre los graduados recientes de Estados Unidos, por ejemplo, el paro ya supera el 5%, razón por la que muchos optan por estudiar posgrados con la intención de capear la debilidad de los empleos de entrada. En países como España o en regiones como Latinoamérica, por desgracia, la situación es aún más compleja que en Estados Unidos.
A raíz de todo lo citado, los hogares con mayor renta y las grandes corporaciones capitalizan tanto ganancias bursátiles como la productividad por inteligencia artificial, mientras que las familias de menor ingreso sufren inflación persistente y, por tanto, la pérdida de poder adquisitivo. Así, mientras los más acomodados siguen gastando, los de renta baja compran menos y migran a productos más baratos, una situación que provoca un bucle del que será difícil escapar.
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