No se puede mejorar más los Sonic clásicos. Los añadidos nuevos a las obras son coherentes y no empañan cuatro obras que son historia del videojuego. ¿No te gustan los añadidos? No dudes en disfrutar de sus versiones originales. Interesantes nuevos desafíos solo empañados por la pésima decisión de venderlos como extra a cinco euros más.
No hay nada como una sesión en el gimnasio o salir a la calle a hacer ejercicio, para esos días en que no es posible o no tienes tiempo, títulos como Let's Get Fit demuestran su utilidad. A pesar de que su recuento de calorías está desvirtuado y que su alcance como entrenador personal es limitado, puede llegar a hacerte sudar y mantener tu estado de forma, que no es poco decir.
Nintendo Switch Sports es buen heredero de las virtudes de la línea Sports de Nintendo, con disciplinas deportivas que aúnan tradición y novedad. La implementación de los Joy-Con resulta intuitiva y precisa, mientras que las opciones online exploran una vertiente novedosa dentro de la serie. Sin embargo, el juego también se muestra incompleto, con pocos deportes y opciones de juego.
Sin cambios en lo jugable, el usuario de Just Dance ya solo espera que la selección musical sea acorde a lo que se espera cada año de la saga. Ubisoft ha construido una franquicia de éxito alrededor de la música y son muchos los usuarios que disfrutan de la experiencia desde su primera entrega.
Saber Interactive y Crytek recuperan tres shooters de destacada calidad y que siguen brillando en lo jugable (especialmente los dos últimos). ¿Es suficiente? Claramente no. Gráficamente son muy mejorables e incluso como remasters se quedan lejos de lo que habría significado un trabajo a la altura de la saga FPS.
Scribblenauts Showdown destaca por ofrecer dos esquemas de juego diferentes, aventura y party game. Una propuesta bastante ambiciosa que por desgracia se ha quedado a medio camino porque en ninguna de las dos vertientes consigue destacar, quedándose algo limitado en muchos aspectos.
Flip Wars es un videojuego incompleto, y esa es la verdadera lástima. La base es sólida y divertida: una especie de Bomberman que cambia explosivos por paneles que saltan por los aires. Sin embargo, escasea en modos de juego y sensación de progresión. No tiene lo suficiente como para engancharnos, se queda corto, pero al final contiene potencial para divertir… aunque sea un rato.
Engrilletado por una jugabilidad perfecta e innata de los dos juegos que componen el crossover, su principal problema radica en no ser capaz de ofrecer grandes novedades con respecto a su anterior entrega. Un nuevo modo historia algo aburrido y centenares de desafíos para jugar en solitario y acompañado, pero no mucho que justifique volver a comprarlo si tienes el anterior.
Quizá el Serial Cleaner original no fue el gran indie de su año, tuvo un impacto positivo, y lo mostrado de su secuela antes de su lanzamiento hacía pensar en un juego más grande y mejor. Y sí, es más grande (al menos en valores de producción y ambientación) ¿pero mejor? Yo diría que no.
