Capcom demuestra que es una de las compañías más en forma del momento. En esta ocasión, Ghosts'n Goblins ha sido reinterpretado de manera impecable rehaciendo todo su apartado visual, implementando niveles basados tanto en el original como en su secuela, Ghouls'n Ghosts y, de paso, sumando bastantes innovaciones.
Mechstermination Force es un reto tras otro, en una escalada de desafío muy satisfactoria, variada y que te incentiva a volver a intentarlo una vez más. Cerca de una docena de robots a derrotar con propuestas que van ganando en complejidad y que además resultan variadas.
Lo mejor del port de Hellblade: Senua's Sacrifice para Nintendo Switch es que existe, y eso ya es todo un logro. Lo es también que haya mantenido los atributos del original: una aventura narrativa que tiene a la psicosis de nuestra protagonista como tema central, dentro de un esquema de juego que gira en torno a las alucinaciones de Senua.
Ender Lilies: Quietus of the Knight falla en que sus enemigos y sus melodías se repiten mucho, pero lo compensa con un buen diseño de áreas de combate y de saltos, un estupendo diseño artístico, un combate que acaba ganando muchísima profundidad, unos jefes memorables y un mundo que querrás exprimir al máximo. Su tasa de frames tampoco es sólida como una roca, pero no llega a ser un problema.
Alex Kidd in Miracle World DX es una revisión que no altera para nada la dura jugabilidad del título original, pero que sabe aportar nuevos acercamientos más accesibles al título.
Cadence of Hyrule es una genial demostración de que cuando dos buenas ideas se fusionan (Crypt of the Necrodancer y Zelda), las cosas pueden salir muy bien. La desarrolladora indie Brace Yourself Games muestra gran talento en una producción que sabe fusionar el concepto rítmico de su más exitoso juego con los rasgos icónicos de la saga The Legend of Zelda.
Nier Automata: The End of YoRHa Edition es un buen port para Nintendo Switch que hace lo que tiene que hacer: desplegar la acción de Nier Automata en la máquina híbrida con suavidad y consistencia. Se han hecho sacrificios en el camino, claro, para poder conseguir esto, reduciendo calidad en texturas, sombras e iluminación, y distancias, por ejemplo.
Que su apuesta por las plataformas 2D no te lleve a pensar que es este un título menor. Yooka-Laylee and the Impossible Lair es una gran aventura de plataformas con el alma de Donkey Kong Country que no se queda en el mero homenaje; que va más allá con nuevas mecánicas de juego y un gran mundo central en el que te divertirás explorando y resolviendo puzles.
Spyro: Reignited Trilogy es un fantástico remake visual también en PC y Nintendo Switch, que trae de vuelta e intacta la jugabilidad de los clásicos Spyro, retocando sus pilares visuales hasta alcanzar el fantástico nivel de una película de animación. Tres juegos que se complementan entre sí, añadiendo cada vez más profundidad a la idea base. No está exento de problemas, eso sí, como los que produce la cámara.
Aunque el tramo final de la aventura se siente alargado de forma artificial, y a veces peca de ser algo repetitivo, Alien Isolation es uno de esos juegos de terror que debes jugar.
Trine 4: The Nightmare Prince puede ser la entrega más continuista de la serie, que regresa al camino establecido por su segunda parte, pero no por ello se olvida de crear la entrega más hermosa de todas, con puzles muy ingeniosos, equilibrados y con esa gran capacidad de resolverlos de varias formas distintas.
RIVE es la mejor carta de despedida que podía brindar el equipo de Two Tribes. Es su último videojuego como desarrolladora pero ¡qué bueno es! Gracias a una admirable capacidad para reinventar su acción de forma constante, este título de disparos y plataformas en 2D sabe cómo sorprenderte una y otra vez con locos desafíos con los que es difícil no emocionarse.
Borderlands Legendary Collection tiene dos claros caballos vencedores: un volumen absurdísimo de contenidos que disfrutar durante cientos de horas, y unas ambiciones técnicas muy difíciles de igualar en el hardware de Nintendo Switch.
Switch y Nintendo 3DS reciben un título de puzles dotado con una gran personalidad y que nos ofrece un modo Historia sensacional y bastante extenso. Su fórmula de juego resulta muy entretenida cuando te haces con ella, si bien alguna que otra modalidad de juego adicional más allá del modo competitivo a dobles le hubiera sentado de maravilla al conjunto.
Panic Button ha logrado trasladar toda la acción de Wolfenstein II a Switch con éxito. Gracias a su experiencia con Doom y a que Wolfenstein no requiere tanta velocidad como el shooter de id Software, el port es bastante más sólido que su anterior trabajo con Bethesda.
Crash Bandicoot N. Sane Trilogy está definido por sus propios creadores como un remaster, y como tal debemos tomarlo. Recupera milimétricamente el sentir jugable del original, con sus muchas virtudes y pocas imperfecciones. La versión de Nintendo Switch es correcta, un "port" adaptado a las características de la máquina, con buen rendimiento, pero sin una única novedad que lo destaque del resto.
Mega Man X Legacy Collection 1+2 supone una excelente oportunidad para rememorar (o descubrir) la historia de una serie que empezó de forma explosiva, y se fue diluyendo con las últimas entregas. A pesar de ello, es historia viva del videojuego, y Capcom la ha respetado y plasmado tal cual en esta colección, que emula a la perfección lo que vivimos tanto en su época de SNES como PlayStation.
Minecraft: Dungeons no puede medirse cara a cara con otros juegos más profundos del género, pero tampoco tiene por qué hacerlo. Se siente divertido y ágil por sí mismo, y de todos modos quienes quieran dedicarle horas y horas podrán encontrar equipamiento más interesante a medida que mejoran sus héroes y aumentan la dificultad.
Gato Roboto es más que un homenaje al clásico Metroid. Es una aventura con humor, una potente variedad, buena sensación de progresión, muy interesante exploración y combates desafiantes. Dura poco más de cuatro horas, pero no podrás dejar la consola en lo que tardes en completar una de las aventuras más gratificantes que vas a encontrar este año en territorio indie. Así que no le busquéis tres pies al gato. Jugadlo.
My Friend Pedro es descarga de adrenalina en tiempo bala, de concepto simple, divertido y una naturaleza arcade que recuerda a los clásicos de los noventa. Fases cortas, pero de concepto ingenioso, en una producción indie que sorprende por su brillante ejecución sin excesos. Uno de esos lanzamientos que no te esperas, pero que una vez que comienzas a jugarlo pierdes hasta la noción del tiempo.
Completo, rejugable y desafiante, Koji Igarashi ha conseguido triunfar donde Keiji Inafune y su Mighty No.9 fracasaron. La espera ha valido la pena. Puede que en lo técnico no sea un videojuego espectacular, pero Ritual of the Night ha sido capaz de entender los deseos de los amantes de los Castlevania de exploración y plasmarlos con éxito en la actualidad.
Reventure parece la típica aventura de acción y plataformas de estilo retro pero nada más lejos de la realidad. Es un videojuego sorprendentemente divertido que destaca por su inteligente diseño de niveles, su gran libertad de acción y esos cien locos desenlaces que ansiarás descubrir solo por ver sufrir al héroe.
Tecmo Koei nos brinda un sensacional título de acción basado en una de las sagas manganime más importantes de los últimos años. Una aventura repleta de posibilidades que integra un sistema de combates muy bien diseñado, un buen número de niveles, un apartado audiovisual muy fiel a la serie original y un gran número de personajes controlables y modos de juego, incluyendo varias opciones multijugador online.
Blazing Chrome es un buen juego no porque rescate una fórmula exitosa y clásica del Run'n'gun, sino por recrearla con un estupendo diseño de niveles y mecánicas que en todo momento buscan la exigencia del jugador, con una dificultad muy bien medida. JoyMasher quiere que te pases su juego.
The Touryst es un juego lleno de secretos que encontrar, mazmorras que resolver y minijuegos que disfrutar. Son unas verdaderas vacaciones del videojuego. Su sencillez es la norma, una de la que saca provecho, pero también le pasa algo de factura, cuando necesita crecer en complejidad.
